Seis años II

El día de ayer acabó de una forma nada grata: en el hospital, de urgencias con nuestro hijo. Una gastroenteritis de caballo con todo lo que eso conlleva. Por fortuna hoy se encuentra mejor.

De todas maneras, no me queda más remedio que volver a quejarme. Fuimos al hospital de una población cercana a la nuestra. ¿El por qué? Muy sencillo: a las ocho menos veinte, cuando mi hijo ya había vomitado unas cuatro veces y no toleraba ni el agua, llamé a las urgencias de pediatría que hay en nuestro centro de atención primaria y cuando pregunté si podía llevar a mi hijo al centro porque estaba bastante pocho la telefonista me contestó con voz borde que "si le da tiempo sí, pero de aquí a cinco minutos cerramos". Con esa entusiasta colaboración, decidimos llevarlo al hospital.

Una vez allí, tuvimos que esperar una hora para que nos atendieran. Por suerte, luego se ocuparon muy bien de nosotros porque la atención médica allí es muy buena. Mi preocupación es la siguiente: sólo hay UN HOSPITAL para cuatro poblaciones; y en fin de semana sólo puedes ir de urgencias a ese hospital.¿Y nos extraña que los médicos hagan huelga para pedir mejoras monetarias o refuerzos en las guardias? Es patético que todos paguemos de nuestros bolsillos una seguridad social que cuando la necesitas no se digna atenderte "porque va a cerrar en cinco minutos" y cuando estás allí has de esperar una hora o más para que puedan recibirte y ocuparse de tí como es debido.

Llevan años prometiéndonos un hospital en nuestra población y todavía no han puesto ni los cimientos. Es vergonzoso. No hablo ya de las urgencias para adultos, sino de pediatría. Esto está lleno de niños y tenemos que irnos a unos kilómetros de aquí para que los atiendan como es debido. Denigrante.