La tele

Estoy un poco harta de la tele. No en el sentido de tenerla en casa, ya me entendéis. Hace unos días ha muerto alguien (no hace falta que diga el nombre, seguro que todos estáis hartas/os de oírlo).

A ver, como a cualquier persona, me sabe mal que se haya muerto un ser humano de una enfermedad tan cruel y que haya tenido que sufrir tanto. Es muy triste. También me sabe mal porque deja tres hijos una ya mayorcita y otros dos que no sé cuantos años tienen pero creo que son pequeños y un marido.

Lo que no soporto es la atención que se le ha prestado a este suceso. Desde que esta mujer volvió a su país, se nos ha estado bombardeando constantemente con su estado de salud. Y, una vez fallecida, ha sido peor todavía: que si el velatorio, que si el viaje a su pueblo para ser enterrada, que si el funeral... menos mal que el entierro ha sido en la intimidad, si no nos hubiéamos tragado también eso.

Mi abuela admiraba a esa mujer, le gustaba su música. E incluso mi abuela ayer apagó la tele a las cuatro de la tarde aburrida. Era mas de lo mismo. ¿A mí qué más me da que fulanita o zutanito heyan ido a darle el pésame a la familia? ¿A mí qué me importa hasta que hora estuvieron velando el cadáver? ¿Y por qué he de saber yo la bandera que llevaba el féretro ?

Esto me ha hecho recordar el palizón que nos dieron también con la agonía de Juan Pablo II... por favor, si parecía eso un circo. Incluso después de lo que sufrió el hombre, expusieron el cuerpo bien a la vista para que todo dios lo viera. Al menos con esta mujer han tenido la delicadeza de no mostrarlo.

En fin, que creo que hay cosas más interesantes que emitir que el dolor de una familia por la muerte de un ser querido. Si fuera yo, no hubiera querido tener a nadie de la prensa metido en el velatorio.

Y además, qué carajo, hace ya quince años murió una amiga mía tamibén de cáncer. Se la llevó en tres meses. Era una estupenda persona, genial, inteligente, con mucho sentido del humor, cariñosa, atenta y con un sentido común asombroso. Era amable con todo el mundo y nunca perdía la sonrisa. Es una de las miles de personas que mueren al día de cancer en el mundo y nadie monta un pollo como con la muerte de esta señora. ¿Personas que se acuerdan de ella? Sus padres, como es lógico, su famila y seguramente dos amigas: otra chica y yo. Quizá se acuerde de ella más gente, pero creo que poca.