El bus
De vez en cuando, en vez de ir caminando durante veinte minutos al curro cojo el autobús que me deja en la manzana de al lado del edificio de oficinas. Como para en la puerta de casa y me deja tan cerca de mi trabajo es un chollazo.
Como es natural, en el autobus viajamos personas de varias edades, pero todas de la misma condición social.
Yo voy sola, no me hablo con nadie y menos estos días que llevo un resfriado importante. Pero me gusta observar a la gente y analizarla a mi manera.
Está el grupo de los estudiantes de bachillerato: niños y niñas que creen ir a la última moda y van de importantes por la vida. Luego estamos el de los que van solos, medio dormidos y no se enteran de nada o parecen no hacerlo. Llegan a su parada, se bajan y adios muy buenas.
Por último está el grupo de las mujeres de más de cuarenta o cuarenta y cinco años. Se juntan todas en tropel, ya tienen asientos en el autobús fijos (procuran sentarse siempre en el mismo) y se ponen todas a hablar a la vez o eso parece, lo cual hace que si tienes dolor de cabeza te entren ganas de hacer una masacre a las siete y media de la mañana.
Este último grupo es el más interesante. Critican a todo dios: desde el conductor que a veces lleva el bus hasta la tendera que es una estúpida. Y lo hacen sin pudor, a grito pelado, como si gritando se creyeran que son las más importantes. Y también repasan las últimas noticias, especialmente las del corazón: que si la Pantoja esto, que si la Rociíto lo otro... total, que te bajas repleta de noticias "interesantes" y con unas ganas terribles de salir de semejante gallinero. A mí me parece muy bien que hablen, es natural, pero ¿han de hablar tan alto? Más bien en vez de hablar gritan. El día que se queden afónicas será un descanso para todos.
2 Comments:
PAra matarlas....
Como se enteren de donde trabajas...
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