martes, febrero 28, 2006

Pasos de cebra



Cada vez estoy más convencida de que los conductores, cuando ven un paso de cebra creen que es exactamente eso: para que pasen las cebras. Y como no ven ningún cuadrúpedo a rayas negras y blancas... ¿para qué van a parar?

Cuando camino por la ciudad, cosa que hago siempre porque no me gusta ir en coche, el cincuenta por ciento de las veces, cuando vas a cruzar la calle y viene un automóvil, éste ni se para ni mira. ¡Ya te pararás tú! Es que ni cuando ven a alguien anciano o con un niño se molestan en pisar el freno. Y no es patrimonio único de los hombres: esta triste moda es unisex, porque tanto lo hacen ellos como ellas.

Cuando mi hijo todavía iba en cochecito, ibamos a atravesar la calle cuando un niñato con un peugeot 205 con lunas tintadas y música chumba-chumba casi nos atropella. Los peatones que estaban en la acera de enfrente se quedaron blancos. Y hace poco una mujer al volante hizo la vista gorda cuando pasaban un abuelito con su nieto. Sencillamente, aceleró. ¿La suerte? Que el niño, de unos seis años, tiró del abuelo en el momento justo. Triste.

sábado, febrero 25, 2006

Vecinos



Como en todos los bloques de pisos, en el que vivían mis padres y en el cual vive mi hermana actualmente, siempre hay una bruja de vecina.

De esa vecina precisamente voy a hablar hoy. Siempre ha sido vieja. Recuerdo que, cuando yo tenía cinco años ella tenía el mismo aspecto que ahora, que tengo treinta y seis y medio. Siempre ha sido un taladro. Por las noches, como su marido (ya fallecido) y ella decían que estaban sordos, ponían la tele a toda pastilla y yo me dormía escuchando las pelis de "Mis terrores favoritos". No puedo ver cine de terror pero os aseguro que oírlo, casi todo. Vive justo debajo de nuestro piso y se queja de que mi hermana hace ruido (siempre camina descalza y pone la tele bajito); y si alguien se queja de que a todas horas cae agua a la calle de uno de los balcones porque alguien ha regado las plantas (su balcón es la selva virgen) ella dice que ha sido mi hermana, que no tiene nada de nada en el balcón.

Pero la que me explicó mi madre el otro día es para dos cosas: o matarla o pasar de ella, que es lo que pasó. Estaba mi hermana con su novio en casa y acababa de tender la ropa en el patio de luces cuando la loca empezó a llamarla a voz en grito. Mi hermana no le hacía caso y el pobre novio (alemán) sólo hacía que decirle: "Oye, que te llama la vecina, dile algo, ¿no?" y mi hermana le contestaba: "Déjala, ya se cansará".

Y la vecina gritando: "¡Oye, sé que estás ahí, te oigo los pasos y te estoy siguiendo por el piso! ¡Quita inmediatamente la ropa que has tendido, que me tapa la luz!"

¿Qué os parece la colega? Que la ropa tendida le tapaba la luz... en el patio de luces. Aún sin entender nada de nada, el novio de mi hermana la siguió cuando ella cogió las llaves, el bolso, y se largó de casa.

Volvieron de madrugada y todavía estaba la otra montando guardia para pedir que le quitase la ropa tendida.

jueves, febrero 23, 2006

Jueves

Hoy he hecho dos entrevistas de trabajo. Bueno, la verdad es que hacerlas, hacerlas... anoche me quedé completamente afónica, maldita mi suerte, y más que hablar me he limitado a asentir, sonreír e intentar expresarme lo más alto posible. Suerte que mis interlocutores tenían buen oído que si no...

La primera ha sido en una de esas ett que son también agencias de colocación super pijas en Barcelona. Sólo me han dicho que era para una sustitución continua de dos bajas por maternidad; pero que no me podían decir ni el nombre de la empresa ni a qué se dedicaba porque era secreto. Me han interrogado sobre el por qué de los despidos de mis dos anteriores empleos y todo lo que hacía allí. Luego me han hecho un test de esos psicotécnicos que llega un momento en que te hacen unas preguntas tan carentes de sentido que piensas que lo mejor es mandar el test a algún sitio lejos. Y me han dicho que si les interesa que me llamaran.

En la de esta tarde ha ocurrido lo contrario: empresa pequeña con pocos trabajadores. Me ha atendido el mismo jefe, un chico vestido de manera informal. No ha querido saber nada de las causas por las que dejé los otros dos trabajos, se ha limitado a leer mi currículum y a decirme las cosas concretas que quieren que haga y que cual era mi opinión. Y luego me ha dicho que si me interesa, que les llame.

En las dos han sido super amables pero está claro que a mí me ha gustado mucho más esta última. No sé, son formas de hacer las cosas, ¿no?

martes, febrero 21, 2006

Mi abuelo

Mi abuelo es, cuanto menos, un personaje curioso. Tiene 85 años, lo cual ya es mucho mérito. Yo tengo treinta y seis y medio. El único “mimo” que me ha hecho fue hace diez años y de la manera que sigue: me cogió del pie y dijo “¡ay, mi nieta!”. Yo me asusté. Pensé que estaba malo y que esas iban a ser las últimas palabras que me dedicase. Puede que os suene exagerado pero es verdad. Desde que tengo uso de razón, la higuera bajo la que él suele ponerse en verano para protegerse del sol es más expresiva (¡donde vas a parar!) que mi abuelo.

Pero en los últimos años ha empezado a abrirse algo. Ahora suele expresar más su opinión o contestarte cuando le hablas. Si le preguntas por su salud te dice que está hecho un león y si te interesas por su huerto te comenta si ha plantado esto o lo otro.

Lo más original de sus comentarios o intentos de relacionarse con la gente de su alrededor lo escuché un día que estaba en su casa. Llegaron un primo de mi madre con su mujer y mi abuela, como es habitual en ella, les ofreció un café con leche. El matrimonio se sentó y, mientras departían amigablemente con mi abuela y mi madre y yo estábamos en la cocina fregando los platos se presentó mi abuelo.

Mi yaya le comentó: “Mira, este es el primo … y ésta es su mujer …”. Hasta ahí todo bien, mi abuelo le dio la mano al hombre, dos besos a la mujer y, como para caer bien, siempre según un extraño código que todavía no he conseguido descifrar, le suelta al marido:

- ¡qué mujer más maja que tienes!- el matrimonio intercambió una sonrisa- ¡y que tetas más grandes tiene!

Cuando yo oí eso desde la cocina no me lo podía creer. Incluso le pregunté a mi madre si era verdad lo que había oído. Me dijo que era verdad y que siguiera fregando como si allí no hubiera pasado nada. Se produjo un silencio incómodo en el comedor mientras el matrimonio, con los ojos como platos, se miraba el uno al otro y mi abuela empezaba a ponerse roja de ira. ¿Mi abuelo? Salió tan ancho del comedor con una sonrisa en la boca como diciendo: “Les he impresionado. Qué gran diplomático que soy”.

Y sí, la verdad es que nos dejó a todos alucinados. Todavía no me he recuperado de la impresión. Más tarde mi madre me comentó que eso lo dice como si fuera una gracia; aunque supongo que si un hombre te comenta, como gracia, el tamaño de los pechos de tu mujer y encima delante de ella seguramente no te dará por reír.

Pero así es mi abuelo. ¡Qué le vamos a hacer! Eso sí, también es verdad que conozco poquísima gente que con 85 tacos a cuestas se pegue unos paseos-maratón por el bosque y te traiga unos manojos de espárragos que se te va la olla y que él sólo sabe dónde están.

lunes, febrero 20, 2006

La gripe aviar


Le hemos hecho una foto a la familia Gallez por si no sobreviven a la gripe.
Esto de la gripe aviar a mí me parece ya cachondeo. Primero se empezó con las vacas locas, que si era muy, mala; que se tenían que sacrificar animales; que era mortal para las personas... incluso oí que hubo unos cuantos casos de esa enfermedad en seres humanos.
Luego vino otra enfermedad que ahora no me acuerdo, relacionada con los cerdos. Y vuelta a empezar, otra vez con las mismas historias.
Y ahora le ha tocado el turno a los pollos en particular y a todas las aves en general. A ver, ¿qué pasa ahora con los pobres bichos? ¿Acaso hay un exceso de consumo de este producto y hay que espantar a la gente para que deje de comprar eso y compre de otro? ¿En qué consiste la gripe aviar? ¿Será un truco de Marianico el Corto para desacreditar nuevamente al partido del gobierno?
Yo es que no me aclaro. Y sí, soy una mal pensada, pero qué se le va a hacer. A ver si vosotros sabéis de qué va esto porque a mí ya me parece esperpéntico esto de que la gripe se va recorriendo el mundo y nos va tocando por turnos lo de aguantar esta historia... a lo mejor lo de la gripe tendría que llamarse "Gripe aviar tour" o "Chicken flu world tour" o "Chicken Ambition tour"o...

domingo, febrero 19, 2006

Fantasmas

Ya se sabe que hay muchos fantasmas en este mundo, y no están muertos precisamente. Los puedes encontrar en todos sitios: en el trabajo, en tu círculo de amigos, en la familia, en el gimnasio...

Pero el caso que me ocupa hoy no se refiere a los fantasmas "materiales", sino a las almas que van penando por aquí porque aún no han podido pasar a la otra dimensión. Que no crea en la religión no quiere decir que no le tenga respeto a estas cosas. De hecho, mis amigas alucinan porque me dan más miedo los muertos que los vivos. No puedo ver pelis de zombies porque mi pesadilla más recurrente es que me persiguen un montón de ellos. Y tampoco suelo ver nada de cine de terror porque soy muy impresionable.

El otro día, vagando por el compraventa.com, descubrí una torre en venta. Era preciosa, una pasada y de precio no estaba mal aunque mi bolsillo no se puede permitir semejante derroche. En fin, que me puse a mirar las fotos y acabé muerta de risa. ¡Entendí, al llegar a la última foto, por qué se vendía tan bien!


Pues nada, ahí tenéis el por qué: el fantasma de la manta a cuadros que por lo visto ha intentando matar de un susto a la pobre niña del columpio... ¡qué suerte que lo pillaran antes y matase al de la cámara de fotos! Seguro que la niña, al ver caer al fotógrafo salió corriendo cámara en ristre y por eso se salvó. Así que ya sabéis: si veis una torre en venta con esta foto; pensad que hay dos almas en pena vagando por ella; el de la manta y el fotógrafo, que lo más seguro es que esté persiguiendo al primero por cargárselo de un infarto.

viernes, febrero 17, 2006

La familia, esa gran desconocida


Ahora que ya han pasado las fiestas navideñas, os confesaré algo: yo, en esas fechas, huyo de las reuniones familiares. Hace diez años, el concepto que yo tenía de familia era el siguiente: padres, hermanas/os, abuelas/os, tías/os, primas/os y demás.

Pero me cansé. En esa época, nos juntábamos todos, unos veinte más o menos, en casa de mis abuelos para celebrar cumpleaños, santos, día de la mona, navidades y todo lo que se ponía a tiro. Pero luego la gente crece, evoluciona y no siempre para bien o para lo que otras personas entenderían como bien.

Yo no sé cómo están las cosas en vuestra casa pero yo me harté de los diferentes grupitos que se forman para criticarse unos a otros; de la gente que es súper guay; de la que va de “sport” para no “sobresalir”; de la que te dice cómo dirigir tu vida cuando en realidad tendrían que echar un vistazo a la suya para poner orden y de las personas que van a la reunión pero con una cara de mala leche que mejor se hubieran quedado en su casa.

Total, que desde hace unos años paso las navidades como sigue: 25 de diciembre en casa de mis suegros porque al menos me lo paso bien y el día 26 en casa de mis padres con ellos y mi hermana. La única boda a la que tenía pensado asistir se ha ido al garete. En comuniones, bautizos y chorradas varias que me esperen. Y claro, ahora que me he “independizado” en ese sentido soy una “mala y rebelde”.

Ahora he cambiado el chip y el concepto de familia para mí es el que mucha gente me comenta pero luego no practica con el ejemplo: tu familia es la gente con la que vives a diario, o sea, tu hijo y tu marido; y no la que ves una o dos veces al año.

Que tengáis un buen fin de semana.

jueves, febrero 16, 2006

Mª Teresa Fernández de la Vega

¡Me encanta esta señora, oigas!
Esta mañana he entrado en una frutería a comprar (por cierto, ya sé en qué frutería no entraré la próxima vez) y tenían puesta la radio.
Creo que estaban emitiendo algo en diferido ocurrido en las Cortes. Bueno, que he puesto la oreja porque el locutor estaba comentando algo sobre "zaplanator" o zaplaneitor como queráis; y es que ese, porque para mí no merece lo de "señor" o "persona" estaba recriminando al gobierno actual algo sobre el terrorismo. No me acuerdo que era, el caso es que, para variar, estaba criticando.
Pero entonces ha saltado esa señora de la foto y le ha soltado un moco impresionante. Vamos, que para mí le ha puesto las pilas. Os vuelvo a repetir que no entiendo de política ni me interesa, es una cosa de la cual paso porque sólo sirve para discusiones, gilipolleces varias y que unos pocos se forren. Pero es que esta mujer me gusta, me cae bien. Viste de coña; es educada y, cuando tiene que soltar alguna la suelta y se queda tan ancha. En casa con Chiringui, siempre comentamos que ella tendría que ser la presidenta del gobierno y no ZP. A veces pienso que tendrían que "soltársela" a ese incompetente que tuvimos ocho años de presidente y que es el gurú de esa panda de mentirosos encabezada por Marianico el Corto.
Porque, a ver, que alguien me explique cómo puede un "algo" como Zaplana criticar al gobierno sobre el tema terrorismo. Todavía me acuerdo de aquella pobre mujer, la que perdió a su hijo en el 11-M y que era la presidenta de la asociación de víctimas cuando acudió a la comisión de investigación y, llorando a lágrima viva (no es para menos) les recriminó la poca consideración que habían tenido con todas las víctimas de ese horrible acto terrorista. Pues bien, mientras los de Llamazares y unos cuantos más de otros partidos se secaban alguna que otra lágrima viendo a aquella madre llorando e intentando controlar los sollozos mientras hablaba; él estaba tranquilamente leyendo el periódico. Deplorable.
Pero bueno, cambiando de tema. Esta mujer, repito, me encanta. Es genial. Ojalá hubieran muchas y muchos así. Sigo desconfiando de los políticos y sus rollos pero creo que esta mujer, en otro cargo que no fuera político, seguramente haría algo bueno.
Felicidades, señora Fernández de la Vega. Es usted genial.

miércoles, febrero 15, 2006

La monja alpinista


Una cosa así era el maldito andamio.
Hace muchos años, en nuestro grupo de amigas decidimos disfrazarnos de monjas para el carnaval. La noche en cuestión, mi hermana y yo nos disfrazamos y salimos de casa para reunirnos con la pandilla. Cuando cerramos la puerta, mi hermana me comenta que ella se ha dejado las llaves en casa porque como íbamos a volver juntas pues nada, que ella no las llevaba encima.
Vale, llegamos al punto de reunión y todas en masa, unas veinte más o menos, nos vamos al bar musical donde acudíamos habitualmente. Dieron, como en la canción de Sabina, las doce, la una, las dos y las tres... y a esa hora mi hermana me dice que le duele mucho la cabeza, que se encuentra mal y que se va para casa, que le de mis llaves. Tras discutir un buen rato, me convence y me promete que dejará la puerta de nuestro bloque de pisos abierta y que cuando llegue a nuestra puerta ya me abrirá o ella o mis padres.
Vale. Se larga a casa. Llegan las cinco y media, cierran el local y nos vamos a tomar churros con chocolate. Las siete. Cada una a su casa. Llego a la portería de casa y ¡oh, sorpresa! La puerta está cerrada. Llamo al timbre de casa. No contestan. Me dejo el dedo llamando, siguen sin contestar. ¡Mierda! ¿Qué habrá pasado?
En esto que en el bloque estaban reformando la fachada y había un andamio que llegaba hasta el ático. El piso donde vivíamos es un tercero pero es como si fuera un cuarto porque hay entresuelo. Y a mí se me ocurre una idea. ¿Y si subo por el andamio hasta llegar al balcón de casa? Total llamo al cristal y seguro que alguno de la familia me abre la puerta para que pueda entrar a casa; no sin antes darle un infarto al ver a una monja en el balcón y pensar cómo subió hasta allí sin llaves para entrar en la portería...
Pues nada, allá que empiezo a subir el andamio. Imaginaos: noche de carnaval, febrero, un frío que pela, una calle solitaria como todas a las siete y media de la mañana, y una tía disfrazada de monja subiendo por un adamio. Yo iba pensando en todo esto mientras hacía de Spiderman y, cuando llego al entresuelo (escalando el andamio) me da por pensar que, si pasa un coche de policía a aquellas horas, qué les daría por pensar al ver semejante espectáculo. Bajo de nuevo al suelo. Me quedo diez minutos mirando el andamio y luego vuelvo a llamar por el interfono. Nada. Vuelvo a subir al andamio, esta vez llego casi al primero. Y a pensar otra vez qué pasaría si me pilla la poli subida allí. Ya me imaginaba enfocada con una luz de esas como en las películas y un altavoz diciéndome "Baje con cuidado y no haga ningún movimiento sospechoso, le estamos apuntando"; mientras todo el vecindario salía a los balcones medio dormidos para verme bajar muerta de miedo.
De repente me acuerdo de que llevo cinco duros en un bolsito pequeño que llevo entre el disfraz. Me voy a una cabina que hay cerca de casa y llamo a casa. Ni puto caso. Que no me cogen el teléfono. Cuando ya empiezo a desesperar, oigo una voz al otro lado de la línea que está más dormida que despierta. Mi padre. Le pido por favor que me tire las llaves porque no puedo entrar en casa y estoy llamando por el interfono y nadie contesta. Me comenta que se ha ido la luz en todo el bloque y que ahora me tira las dichosas llaves. Cuando consigo abrir la puerta de la escalera, mi padre, el pobre, está en pijama en el rellano con una linterna intentando iluminarme mientras subo las escaleras. Se queda frito apoyado en la barandilla y sentado en un escalón y la linterna va oscilando con los ronquidos de un lugar a otro. Vamos, que subo a tientas. Cuando llega el momento de meterme en la cama le doy dos besos a las sábanas y otro a mi muñeco de trapo y me quedo dormida agradeciendo poder resguardarme del frío.
Ni que decir tiene que aquel año fui el hazmerreír de todos mis conocidos y aún hay gente que se acuerda de mis desventuras aquella noche, especialmente mi hermana que se parte cada vez que piensa en ello.

lunes, febrero 13, 2006

Lunes asqueroso

Hoy me voy a permitir ser un poco egoísta y no voy a hablar de otra cosa que no sea yo y mis desgracias en este lunes 13 de febrero. ¡Y pensar que el 13 es mi número favorito!

Empezamos: me he pasado el fin de semana en cama con un resfriado-gripe impresionante; me duele la espalda; estoy en "esos días del mes"; me he pillado los dedos con la ventana de la cocina; vuelvo a estar enferma de los ojos... y me han llamado de la ett para decirme que el puesto para el que hice dos entrevistas ya ha sido cubierto. Total. ¿QUÉ MÁS SE PUEDE PEDIR?

Ya veis que hoy no critico a nadie ni a nada; sencillamente escribo para desahogarme. ¿Algo bueno? Claro, mi hijo y su "sana, sana" en mis dedos, sus besitos antes de entrar en el cole y su: "mama, cuando me vaya de excursión le diré a la señorita que te deje entrar en el autocar porque así no te quedarás sola en la calle diciéndome adios y te vendrás conmigo". Eso es lo mejor de todo. Sus tres añitos y cuatro meses.

Os deseo un mejor lunes a todas/os.

sábado, febrero 11, 2006

Teletrabajo

Ayer vi en el telediario que se ha hecho una prueba piloto con los funcionarios relacionada con trabajar desde casa con un ordenador. Y yo me pregunto, ¿por qué siempre les toca a ellos lo mejor? Creo que son los primeros que disfrutan del permiso de paternidad, además de disfrutar ya de mejores horarios y sueldos.

Al final va a ser verdad lo que comentaba Amparo Baró en "El club de la comedia" en un genial monólogo: los funcionarios son la raza superior de los trabajadores. A mí ya me gustaría saber más sobre eso de trabajar aquí, en mi ordenador y en mi casa pero parece que ellos son los privilegiados. ¿Alguien me puede explicar cómo es eso de trabajar mientras vas mirando la tele en tu comedor o salón?

Aunque también se ha de mirar la fama de esta gente: no pegan palo al agua. Todo el mundo está de acuerdo en algo: los funcionarios no hacen nada. NADA DE NADA. ¿Por qué será esa fama? La encargada que tenía decía que si algún día cerraba la empresa, se pondría a hacer oposiciones para funcionaria. A ella ese trabajo sí que le iría bien teniendo en cuenta las características que todos les damos a los funcionarios: mandar, amargarle la existencia a todo el mundo, hacerse la más lista a consta de las que están debajo suyo y luego atribuirse todos los méritos de los éxitos conseguidos por todos. Si los funcionarios tienen el 50% en común de todo esto con esta tía, ¡temblad amigos!

Está claro que mucha gente piensa, como yo, que eso es un chollazo: que te toque la lotería de aprobar una oposición y entrar en posesión de un empleo de por vida con todas esas características harto sabidas por todos debe ser alucinante. Llamadme rara si queréis pero a mí eso de hacerse funcionario no me acaba de agradar del todo: si significa que se me pegue la gandulitis aguda que parecen padecer esa "raza" prefiero seguir como estoy.

viernes, febrero 10, 2006

Barcelona


La ciudad que siempre he adorado. Ha cambiado mucho.
Hoy, ya que mi hijo se iba de excursión he aprovechado para hacer una gestión en Barcelona. Siempre me ha gustado esa ciudad; nací en ella. Me encantaba pasear por su casco antiguo: la Plaça del Pi, la Catedral, la Plaça Sant Jaume... ver el ajetreo diario y la muchísima gente que vive allí. De hecho yo también intenté comprar un piso pero no os podéis imaginar lo carísimos que son. Acabé comprándome uno en Rubí, que me salió mucho más económico.
Pues bien, las dos últimas veces que he bajado a la Ciudad Condal la he encontrado como deslucida. No sé, para mí ya no brilla con aquel esplendor post juegos olímpicos. Se ha convertido en una ciudad gris, con mucho tráfico, gente por todas partes, constantes obras en sus calles y mucho ruido. No la veo como antes. Ha perdido su encanto. Quizá está en horas bajas , no es la misma. Y eso que he ido andando por la Rambla de Catalunya, el Paseo de Gràcia, la Plaça Catalunya y Portaferrissa; los lugares más visitados de la ciudad aparte de las obras de Gaudí.
Me entristece tener que decir esto. Es mi ciudad favorita dejando a un lado París. Y Barcelona me ha decepcionado las últimas veces que he estado allí. ¿Por qué será?
Por cierto, le he comprado a Chiringui una caja de bombones que van a durar menos que lo que yo he escrito este post, que han sido diez minutos. Para que luego se queje de que no lo cuido.
¡Buen fin de semana!

jueves, febrero 09, 2006

Emigrar

¿Es malo querer esto para mi hijo?

Todos nuestros allegados saben una cosa: nos queremos ir de la ciudad en la que vivimos. Y no nos queremos ir a la población de al lado. Queremos irnos a los Pirineos.

Hace unos años visitamos a unos parientes que tienen una casa en el Pallars Jussà en Lleida. Nada más llegar allí y ver el espectáculo que ofrecían aquellas montañas, Chiringui y yo nos miramos y, sin necesidad de cruzar palabra, supimos que lo queríamos era un sitio así para vivir.

¿Que por qué nos queremos largar? Muy sencillo: estamos hartos de la tensión que lleva la vida en una ciudad; de que le gente vaya por ahí mirando a todo el mundo como si estuviera dispuesta a matar a alguien; del stress que hay; de ir esquivando heces caninas y jeringuillas; de que nuestro hijo tenga que jugar constantemente vigilado; del odio que crece por momentos contra la gente que llega aquí buscando una oportunidad para vivir; de estar metidos en un piso porque no te puedes comprar una casa debido al precio astronómico de todo; de que cada vez vas más ahogado y lo bueno es que no te gastas un duro; de aguantar a la vecina de al lado con Camela a todo volumen; de los vecinos de arriba con sus discusiones; del ruido que hay en la carretera que pasa por debajo de nuestras ventanas...

Si siguiera quizá tardaría mucho en acabar. En fin, que cuanto antes nos larguemos mejor. El problema es encontrar curro y casa pero eso ya es otra historia.

miércoles, febrero 08, 2006

Religiones

No sabía qué poner, así que he subido esta foto. Las flores siempre quedan bien, ¿no?


Soy atea y mujer. No creo que exista ningún dios ni nada superior a nosotros. En cambio, si que creo que hay vida después de ésta pero nadie sabe cómo es porque desgraciadamente no se ha vuelto de allí para saberlo.

De hecho, cada vez le tengo más inquina a las religiones: todas (no se salva ni una) sirven para que unos pocos se enriquezcan aprovechándose de muchos; para marginar, vejar, maltratar y humillar a la mujer; y para que llevadas al fanatismo se convierta en una razón para que el mundo se declare en guerra.

Precisamente el fanatismo se ha puesto en evidencia estos días con lo de las dichosas caricaturas sobre Mahoma que ha realizado un periodista . A ver, ¿dónde acaba la libertad de expresión y donde empieza lo "políticamente correcto" en este mundo? ¿Qué pasa? En relación con los musulmanes y la terrible ofensa que ha supuesto para ellos estos dibujos; opino que primero deberían liberar a sus mujeres de la esclavitud, dejarlas que progresen en la vida, que vistan y se peinen como quieran, que se casen con quien quieran, que no las lapiden más por CHORRADAS y que las traten como IGUALES porque somos iguales.

Pero ¡ojo! No nos olvidemos del cristianismo: la mujer debe estar en casa, trabajando y cuidando de los críos; tiene que tener toooodos los críos que le vengan, da igual si puede alimentarlos o no; debe obedecer al hombre como amo y señor y no puede disponer de su propia vida porque siempre tiene que sacrificarla por los demás.

Me temo, que esto, en vez de ser un comentario sobre las caricaturas se está convirtiendo en un alegato feminista. Lo siento, pero me ha salido así.

Seguimos con lo de las caricaturas... hay algo (de los muchos problemas que ha creado este asunto) que me intriga. Ayer oí en la tele que un periódico iraní pensaba sacar dibujos satíricos sobre el holocausto nazi. Y yo pregunto: ¿qué tiene que ver los judíos y los alemanes en esto? ¿No es Dinamarca la que ha "ofendido" terriblemente al Islam? Para una vez que los israelíes no dicen esta boca es mía ¿por qué la toman con ellos? Pues nada, a ver si alguien me "ilumina" con su sabiduría.

martes, febrero 07, 2006

De compras



Ayer, aprovechando que había dejado a mi niño en el cole y tanía que hacer varios encargos, me di un paseo por el centro de mi ciudad. Y me fui de escaparates. Tenía la sensación de que debía comprarme algo, y acerté. Cuando llegué a casa me llamaron para una entrevista de trabajo.

El sábado estuvimos en un centro comercial mirando ropa para mi hijo. Le compramos una cazadora monísima en una franquicia de una de las cadenas de tiendas de ropa más famosas del país. Pero al mirar la ropa de mujer me llevé una decepción: la talla máxima era la 42 y yo uso la 48-50 de pantalones y faldas. La talla XL ya ni me molesté en probarla, porque si eso es una talla XL no quiero ni imaginar lo que será la talla pequeña: la talla más grande no me entra, es que no. Además, como dice Chiringui, no sé por qué miro la ropa en esa tienda si siempre que lo hago salgo deprimida o llorando de allí. Y en la otra cadena de tiendas ya es que ni entro siquiera si no es para mirar ropa para mi hermana o amigas. De hecho, tampoco me puedo comprar lencería en según que sitios: no existe la ropa bonita para las tallas grandes. O sí que existe pero vale un pastón. Y si preguntas a la dependienta para saber qué tallas hay, te mira de arriba a abajo con cara de pena.

Pero ayer, como ya os he dicho, iba mirando ropa y me llevé una sorpresa. Entré en una tienda de ropa tejana y de sport para comprame unos tejanos que me hacen falta. Vi una blusa preciosa. Me quedé mirándola embobada y luego salí a la calle pensando que seguramente no tendrían mi talla. Pero, a unos cien metros de la tienda, pensé que qué narices, que volvía y preguntaba. E imaginaos la alegría cuando la dependienta me dijo que había la talla XL. Después me inquietó que a lo mejor era la misma XL que en la otra tienda pero me la probé: ¡era mi talla! La blusa es para llevarla abierta con un top debajo. Además, la chica me sacó unos pantalones y cuando le dije mi talla me miró también de arriba a abajo pero no con cara de pena, sino de duda. Me sacó tres tejanos de diferentes tallas y me dijo: "Mira, tú dices que esa es tu talla pero por favor, pruébate estos otros dos que son un40 y un 44."

Le hice caso... ¡y me cabía la 44! Total, que salí de allí con 140 euros menos pero con el ánimo por las nubes. Y aquí me tenéis, comiendo cortezas de cerdo de las buenas. Pero prometo que, después de la alegría que me llevé ayer con las compras, dejaré la nocilla, el nesquik y todas las pastas excepto los donuts de chocolate de nuevo. Y esta vez espero que me pase como cuando dejé parte de mis "vicios"hace un par de años: perdí siete kilos.

De verdad, hay veces que la vida te da algo de ánimos.

domingo, febrero 05, 2006

Cita a ciegas

¡Ay, si hubiera sido éste...! ¡Otro gallo hubiera cantado!

Hace muchos años, a mi hermana no se le ocurrió otra cosa que montarme una cita a ciegas. Me lo dijo dos días antes y me informó de que no podía cancelarlo. Según ella el tío era rubio (verdad), alto (verdad), ojos azules (verdad), guapo (no tan verdad) y estaba forrado (eso sí que era verdad).

Vale. Me arreglé y a la hora convenida llegué a mi restaurante favorito en Barcelona. Uno muy pequeñito e íntimo. El personaje en cuestión fue puntual, no en vano es inglés . Era unos cinco o seis años mayor que yo, y ahí ya empezamos mal porque a mí me gustan más jóvenes. El único que escapa a esta condición es mi adorado Keanu Reeves. Empezamos a cenar y de buenas a primeras ya me pareció un perfecto imbécil: que si yo tengo pasta, que si vivo en una casa súper grande (sí, era pijo, lo de super lo decía), que si se me han puesto a vivir inmigrantes en los bloques de atrás de casa (¿y tú qué eres, imbécil, si vienes del Reino Unido?) y lindezas por el estilo.

Yo era y sigo siendo muy ingenua, pero tengo un sexto sentido que suele avisarme siempre de que hay personas que no son como deberían ser.

Pues el tío este me pareció un arrogante, engreído y súper enterado. Intentó tomarme el pelo diciéndome que él no sabía quien era James Dean (alias “el perfecto” para mí) y que él sólo conocía las películas de Rambo y las de James Bond. Que sólo le gustaba el football y que no leía nunca. Al final, cuando me llevó a casa a eso de la una de la mañana, se ve que le gusté y se empeñó en que tenía(porque sí) que ir con él al día siguiente a un partido de hockey. Allí se acabó la chica buena y educada. Le dije que no, que ya tenía otros compromisos (mentira y gorda) y que gracias por la velada pero no. En cuanto entré por la puerta de casa, me cambié, me puse mis tejanos y me fui a bailar al bar musical de siempre y pude aprovechar algo de la noche.

Por suerte no lo volví a ver. No me llamó y a mí me pareció perfecto. Al día siguiente le ordené a mi hermana que no hiciera más de Celestina porque no es lo suyo. Celestina hubo una y acabó fatal, así que nunca más.

sábado, febrero 04, 2006

Mensaje para Mr. Celofán

Estos tres eran los sujetos que estaban en la puerta de casa. Aquí una vez conseguido su propósito, sonríen satisfechos.
Esta mañana, cuando llevábamos un rato levantados, han llamado a la puerta de casa. He observado a través de la mirilla quien podía ser la persona o personas que llamaban y, al ver tan extraños atavíos para la época del año en la que estamos, he abierto la puerta.
En la puerta estaban estos tres, con cara de agotamiento y con frío. Uno de ellos se ha presentado a sí mismo y a los otros dos, que estaban detrás. Os transmito la conversación:
- Hola, buenos dias. Mi nombre es Baltasar y estos dos amigos míos son Melchor y Gaspar. Buscamos a un tal Mr. Celofán, ¿sabe usted donde podemos localizarle?
- A ver, conocerlo lo conocemos pero...
Al llegar a este punto uno de los dos de atrás, creo que Gaspar, se ha puesto a llorar de la emoción y Melchor lo ha abrazado para calmarlo. Baltasar se ha girado, le ha dicho a Gaspar que se tome el Prozac y luego me ha hecho un gesto para que siguiera hablando.
-Conocerlo sí,- he continuado- pero supongo que ahora mismo estará trabajando... oiga, ¿son de verdad quienes creo que son? ¿Qué hacen en estas fechas por aquí?
En estas que a Baltasar se le han llenado los ojos de lágrimas, le ha trincado un Prozac a Gaspar y le ha dicho a Melchor, que parecía el más sereno, que lo explicase él, que ya no podía más. Bueno, pues se ha puesto Melchor a explicar lo sucedido.
- Verá, señora, llevamos dos meses buscando al sujeto en cuestión. Cuando volvíamos a Oriente, nos dimos cuenta de que nos habíamos olvidado de darle su regalo y regresamos a Catalunya. Pero nos ha sido imposible encontrarlo. Alguien nos comentó que quizá lo encontraríamos en el Vallés Occidental. A esas alturas, Gaspar ya estaba en tratamiento debido al cansancio y la desesperación producidas por no encontrar a la persona que buscábamos. Y encima, cuando casi teníamos una pista (hablamos con una chica en el Pallars Jussà que nos indicó más o menos) nos quedamos aislados por la nieve. Nuestros transportes no están acostumbrados a estar tanto tiempo en un lugar con frío y los pobres pillaron todos la gripe. Aquello hizo mucha mella en Baltasar, que empezó con el Prozac también. Y ahora... ahora que la hemos encontrado - este también empieza a hipar y a derramar lágrimas- le ruego, que le entregue esto a Mr. Celofán.
Aquí le entra un ataque de nervios; los otros dos también llorando lo calman, bajan unos tipos vestidos también raro a los que los otros tres llaman pajes. Cuando se enteran de lo sucedido ellos también empiezan a llorar de alegría. Total, que se monta un pollo en la escalera que ni os cuento. Como último favor, me piden que suba a recoger el dichoso paquete ya que ellos son incapaces de volver a bajar (por lo visto están agotados) y sus monturas no podrían bajar por las escaleras.
En fin, Celofán, todo esto para decirte que ¡por fín! ha llegado tu regalo y que ya sabes, a ver si les escribes una carta a esta gente tan maja y les das las gracias por semejante esfuerzo.

viernes, febrero 03, 2006



Estaba buscando una caricatura sobre el tema, pero al ver a este monumento, no me he podido resistir. ¡CHICHAS, A RECREARSE LA VISTA! Ninguno de los que había en el mercashow estaban tan impresionantes como este "maromo".

Hace muchos años me invitaron a una despedida de soltera. Era la primera a la que iba y estaba expectante, a ver qué pasaba. Quedamos en un restaurante de Barcelona, cenamos allí y nos fuimos a la plaza Catalunya donde nos tenía que recoger un autocar.

Bueno, llegó el transporte y nos llevó a un local llamado Merca Show. Para quien no lo sepa, es un espectáculo de strip-tease masculino donde es habitual que se celebren despedidas de solo reuniones de féminas.

Empieza la función. Sale un tío que ya ni me acuerdo de que iba, disfrazado y al ritmo de una música empieza a despelotarse. No es que esté en contra del cuerpo masculino, pero la verdad es que eso de desnudarse al ritmo de la música lo hacen mejor las mujeres. Se desnudaron varios hombres, pero lo entretenido no era el “espectáculo” en sí, sino las diferentes reacciones que provocaban. Yo, cuando me aburro de algo, suelo mirar alrededor a ver qué hay de interesante.

Para empezar había un montón de mujeres gritando como posesas, sobre todo cuando el individuo de turno se arrancaba el tanga y se giraba enseguida para irse. También detrás nuestro había una mujer de unos sesenta y pico de años con una minifalda, un top ceñido que le marcaba todos los michelines que miraba con lujuria todo tío que salía al escenario. De hecho se le acercaron un par o tres de estos contoneándose y a la abuelita le faltó tiempo para magrearlos a fondo. Parecía que le iba a dar algo y no precisamente un infarto.

A la novia de nuestra despedida, que estaba sentada al lado mío, se le acercó uno de los streapers, que era negro, y para sorpresa mía y del resto de la pandilla que íbamos, pude comprobar su agilidad: le daban miedo los negros (a saber por qué) y de un salto se plantó al otro extremo de la sala para que no la tocase. Luego cuando salió el último ¡por fin! de los artistas; la novia sofoca un grito, se tapa la boca, se lo mira con ojos desorbitados y exclama: “¡Pero si este tío viene con su mujer y su hijo a comprar alpiste para sus canarios y comida para sus peces! ¡Ay madre mía! ¿con qué cara le miro yo la próxima vez que venga a comprar?”

Yo volví a casa aburrida como una ostra y deseando haber cambiado la despedida por una buena sesión de baile en el bar musical donde solía ir. Deciros por último que he aborrecido las despedidas para siempre. He ido a seis contando la mía, sólo me lo he pasado bien en dos y no me pillan más.

jueves, febrero 02, 2006

Este, aparte de ser el ídolo de mi hijo va como él: con las verguenzas al aire.
A mi hijo, del cual ya os ha hablado (creo) Chiringui en su blog, le ha dado por una costumbre más que original. La Nochevieja la solemos pasar en compañía de mis padres, que siempre vienen a casa a tomar las uvas y más desde que está aquí “lo más grande” como dice mi padre, es decir, su nieto.

Pues un poco antes de las uvas, estábamos los adultos hablando cuando se oye que llama a su abuela y le dice que mire. Lo que había que mirar era que el señorito se había bajado los pantalones y los calzoncillos y le estaba enseñando a su abuela sus intimidades. Pero no lo hizo una ni dos veces, no. Se ve que le encontró el gusto a despelotarse y se pasó la noche con la ropa de la parte inferior del cuerpo todo el rato abajo.

Y desde entonces le ha dado por hacerlo de vez en cuando. Estás la mar de tranquila y de repente oyes “mamá, mira” y… ¡ahí está mi niño enseñándolo todo! Lo más bueno fue que Chiringui le preguntó si esto lo hacía en el cole y el niño contestó que sí, que se lo hacía a su profesora.

- ¿Y qué dice tu profesora, cariño?

- Pues me dice “qué bonito, hijo, qué bonito”

Pobre mujer, lo que tiene que ser aguantar a dieciocho angelitos como éste… aunque mi hijo le hizo creer que era hiperactivo para así hacer lo que le viniera en gana… si esto lo hace con tres años, imaginaos cuando tenga quince.

miércoles, febrero 01, 2006

Cuestión de orejas


En mi familia hay varias personas que tienen un exceso de pabellones auditivos. Hay un primo mío, muy buena persona sobre el que solemos comentar “¿Qué es el viento? Las orejas de ………. en movimiento” Es evidente que a él no le hace ni puñetera gracia, así que no se lo hemos vuelto a decir desde hace muuuuucho tiempo.

Pero los casos que me ocupan hoy son de otras dos personas de mi entorno familiar que son muy originales a la hora de intentar corregir esos defectillos. Yo opino que sin estos defectos todos seríamos perfectos y la perfección es una cosa muy aburrida.

Una de ellas es una chica y hace mucho tiempo, una noche que salíamos de juerga, me dediqué a bromear y en un momento dado le tiré un poco de la oreja. Su contestación me dejó bastante pasmada: “¡No me toques las orejas, que me las he pegado con cola al cráneo!” Os juro que es verdad. Era Bostik, creo que era amarillo. Todavía hoy me río cuando me acuerdo.

Y la otra es un chico. A raíz de aquella memorable conversación referente a pegarse las orejas a la cabeza para que así se quedaran pegadas a ella; me enteré de que este chico tenía tanto complejo que dormía con una diadema para así “obligar” a las orejas a quedarse “recogiditas”. Una diadema de esas antiguas de tela elástica súper ancha… ¡con lo guapo que es ese chico y que tenga que hacer eso!

Ahora ya son personas adultas, pero no por ello dejan de ser un par de pavos de cuidado. Ella es muchísimo más normal y adorable que él: el tiempo nos cambia a todos y no siempre para bien.

Quien intenta ser el mejor en todo es usual que acabe estampándose contra un muro indestructible: su propia personalidad. Pensad que en la penúltima comida de Navidad que hice con mi familia, estuvimos las dos horas que duró aguantando: “Yo soy perfecto, y siempre tengo razón. Si la gente me tiene manía es porque no soportan que yo tenga la razón y claro, entonces no me hablan. Pero yo siempre lo hago todo bien”. Así le va…